viernes, 14 de agosto de 2015

El fantasma de Hunt

Fernando Zamora
@fernandozamorav

Dicen que uno es esclavo de sus secretos. Tal parece el caso de Ethan Hunt, héroe de la serie televisiva que Tom Cruise en el clímax de su fama y poder económico llevó al cine a punta de buenos guiones, buenas actuaciones y extraordinarios directores. Al menos así fue en las primeras tres emisiones de la franquicia. Una franquicia que llega ya al número cinco: Rogue Nation.

La primera Misión: Imposible en 1996, resucitó esta serie televisiva que fascinó en la infancia a Tom Cruise. Dirigía Brian de Palma y su talento se nota en el ritmo, en los cortes, en la cámara que parece vivir.

En la segunda, Cruise consiguió a otro director excepcional. John Woo parecía haber entendido que los golpes en esta clase de historias son pretextos para ofrecer una danza. La influencia de Woo no desaparecería ya en las siguientes películas de la misión imposible de Cruise.

En 2006 J. J. Abrams dirigió para la productora Cruise/Wagner la tercera parte de Misión: Imposible, la mejor. El guión es coherente y contenido, las coreografías son un deleite y además aquí está Philip Seymour Hoffman en el pináculo de su carrera. Seymour Hoffman es el malo perfecto y Abrams en el 2006 se perfilaba para suceder a Spielberg en la farándula hollywoodense. Hasta la fecha creo que lo es. Como suele suceder, sin embargo, al llegar tan alto es difícil seguir el ascenso. La cuarta parte es vulgar. Misión: Imposible se convirtió en una franquicia en el sentido más frívolo del término. Y la tendencia continuó. La Misión: Imposible que ahora está en cartelera, más que mala, es patética.

Patética porque apela a lo más vulgar de nuestras emociones. O no sé yo qué pensaba Cruise al desnudarse y mostrar en su espalda las primeras curvas que no se deben al músculo sino a la senectud. No digo que Cruise sea un anciano, pero hay tomas que o no vio o no pudo ver. Con respecto a la cara: como todos los enfermos que padecen de un Trastorno Dismórfico Corporal, Tom Cruise se preocupa tanto por parecer joven que resulta chocante. Su sonrisa es falsa todo el tiempo, la nariz se nota operada y los ojos heroicos de Ethan Hunt se han vuelto los de un iluminado enloquecido. Algo similar ha sucedido con Mel Gibson.

Vale la pena comparar a Cruise no con sus antiguas glorias (cuando trabajó con Woo, con de Palma, con Abrams). Vale la pena compararlo con Clint Eastwood. Eastwood no dejó de ser héroe a causa de la edad; al contrario, se dio cuenta de que la edad da a los héroes un aire quijotesco. Eastwood cayendo del caballo en Unforgiven de 1992 resulta, en efecto, inolvidable. Pero Cruise es incapaz de mirarse en el espejo y aceptar la simple realidad de que diva o no, también él morirá
.
Si el guión fuera bueno, uno pasaría por alto a un Ethan Hunt que parece haber desaparecido dejando a esta Misión: Imposible vacía, llena de fantasmas. Pero no. Aquí vagan los temas clásicos; aquí vagan los guiños del gran cine de espías que todo fanático quiere ver. Pero son eso: fantasmas, peripecias sin vida, referencias que han perdido su sabor.

Mission: Impossible–Rogue Nation (Misión:Imposible 5). Dirección: Christopher McQuarrie. Guión: Christopher McQuarrie. Fotografía: Robert Elswit. Con Tom Cruise, Paula Patton, Jessica Chastain. Estados Unidos, 2015.



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