sábado, 7 de febrero de 2015

Amores impronunciables

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Tengo la impresión de que ya vi esta película. No hace mucho, en realidad. En 2013 Colin Firth hizo a un soldado occidental maltratado hasta el horror por un japonés. The Railway Man, dirigida por Jonathan Teplitzky, culminaba, como Unbroken (dirigida por Angelina Jolie), con la necesidad existencial de un torturado por ver la cara de su torturador. Hay dos o tres diferencias entre las películas pero el fondo es el mismo: pasaron los años, cayó la bomba de Hiroshima y tanto el soldado de The Railway Man como el de Unbroken quisieron enfrentar al hombre que los humilló. Había llegado el tiempo histórico del reproche o el perdón.

Unbroken tiene el mal gusto de publicitarse como basada en una historia real. Angelina Jolie, actriz metida a directora, vende con este eslogan la muerte de un héroe y atleta olímpico de Estados Unidos ofreciendo solo la foto de un viejito. Otra vez: esta película ya la vi.

La película tiene dos valores: fue escrita por los hermanos Coen y goza de un diseño de producción magnífico. No cuaja sin embargo la actuación del villano quien pudo hacer la diferencia entre una película que vale la pena ver y una obra de arte.

Hace muchos años leí una inquietante historia de soldados de Rudyard Kipling. El cuento estaba centrado en un muchachito guapetón que era vejado por su capitán hasta el hartazgo. El cuento era magnífico por lo que no decía. El capitán (si uno leía con atención) estaba enamorado del soldado que atormentaba. La historia de Kipling tenía así un giro psicológico de altos vuelos. Tengo la impresión de que los Coen quisieron escribir algo similar.

Pero una cosa es ser buena actriz y otra muy distinta dirigir con la sutileza de quien puede ofrecer al espectador atento la historia de un amor perverso; la historia siniestra de un amor homosexual e impronunciable.

Si fuese cierta mi intuición se explicarían dos cosas: la sonrisa que un muchachito japonés ofrece a nuestro héroe durante las Olimpiadas de Berlín y la expresión ambigua, femenina (casi de geisha), de un capitán que quiere hacerse el macho dando de golpes a un pobre tipo al que vemos sufrir durante dos horas. Aun interpretada así, la película de Angelina Jolie resulta bastante mala. Creo que ella misma no entendió el punto de acentuar la relación sadomasoquista, tal vez porque su “héroe real” fue un soldado que además ganó una medalla olímpica. Triste que ni siquiera una mujer como Jolie pueda suponer pulsiones homosexuales en hombres así.

Pero veámoslo: el malvado capitán japonés es apodado “El Pájaro”. Todo el tiempo lleva los ojos con más rímel que una prostituta y tiene con el soldadito de sus afectos y sus odios un diálogo reiterativo: “Mírame a los ojos” (golpe). “¿Por qué me miras a los ojos?” (golpe). Si la Jolie hubiese sabido explotar esta ambigüedad perversa con la maestría de Rudyard Kipling no hubiese necesitado explicar nada. Por sí sola la película hubiese brillado mucho más.

Unbroken (Inquebrantable). Dirección: Angelina Jolie. Guión: Joel Coen y Ethan Coen basados en el libro de Laura Hillenbrand. Fotografía: Roger Deakins. Música: Alexandre Desplat. Con Jack O’Connell, Domhnall Gleeson, Garrett Hedlund y Finn Wittrock. Estados Unidos, 2015.

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