sábado, 8 de noviembre de 2014

Lengua de perro

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

La Muestra Internacional de Cine cumple 57 años y los organizadores han dejado atrás la costumbre de inaugurar este espacio con películas viejas que cualquiera puede ver en Internet. La Muestra vuelve para ser el espacio en que cinéfilos de toda monta encuentran refugio lejos de la frivolidad hollywoodense. Resulta lógico, sin embargo, que esta nueva emisión se inaugure con un maestro que, no por antiguo, ha dejado de ser referente en el cine mundial.

Godard nació en 1930 en París. A él se atribuye la invención del corte directo aunque diversos tratados demuestran que esta forma de usar el espacio y el tiempo para producir ideas nació antes de que Godard tuviese la edad de gritar “¡Corte!”.

Adieu Au Langage, la primera película en esta emisión de la Muestra es una película que puede molestar a todos aquellos que no están dispuestos a regalar a los cineastas una interpretación que, a decir verdad, el director no parece haber trabajado mucho. Se nos espetan montones de imágenes que recuerdan aquellos artilugios que ponen en su envoltorio “ármelo usted mismo”.

Es cierto que algunas de las películas más interesantes en la historia del cine comparten con Adieu Au Langage su condición de ente de producir interpretaciones. El creador deja al espectador que la obra diga lo que él está dispuesto a escuchar, pero todos aquellos que han dejado atrás el existencialismo pueden encontrar la idea poco sutil.

Adieu Au Langage forma parte de una trilogía de desencantos generacionales. En Eloge de l’Amour, Godard ofrecía un mosaico en que la moraleja estaba limitada por completo a esta máxima: “tampoco el amor ofrece eternidad”.

En Film Socialisme, Godard se mostraba desencantado con las ideas políticas que antaño defendió, de modo que ya sin amor y sin política solo le quedaba por decir adiós al lenguaje. Godard parece afirmar que el humano es esencialmente un ser arrojado en el mundo de tal modo que no hay lengua ni amor ni socialismo que lo pueda salvar.

De cualquier manera, Adieu Au Langage sigue siendo cine experimental, y en esto la obra ofrece pocas sorpresas. Las imágenes no están siempre bien filmadas. El autor inserta sobre ellas frases en tercera dimensión que parecen arrancadas de un cuaderno de notas en que Godard se une a la tradición de escritores como Sartre o Camus. La literatura tampoco dice nada ni ofrece a la existencia un alivio, parece decir.

El protagonista es un perro (el perro de Godard). Como es lógico, con este protagónico el director no ofrece ni al público ni a sí mismo más asombro frente al mundo que el que sienten los seguidores de un existencialismo que en el fondo mira a la vida con desdén.
Al margen de que los experimentos de Godard parezcan hoy avejentados, el director sigue siendo un punto de referencia en la discusión (que no por inútil deja de ser interesante) sobre lo que el arte es o debe ser. Ha vuelto la Muestra y vuelve con obras que se ofrecen al debate de un grupo amplio de cinéfilos que todavía encuentran que esta clase de cine se debe ver.


Adieu Au Langage. Dirección: Jean–Luc Godard. Guión: Jean–Luc Godard. Fotografía: Fabrice Aragno. Con Héloise Godet, Kamel Abdeli, Richard Chevallier y Zoé Bruneau. Francia, 2014.

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