viernes, 18 de julio de 2014

El sueño de un dios sicótico

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Sería sencillo descartar la nueva versión de Oldboy del estadunidense Spike Lee comparándola negativamente con la que pareciese ser la “versión original”, el Oldboy del coreano Chan-wook Park. En más de una crítica (tanto estadunidense como europea) he leído que la nueva película de Lee es un remake de la obra coreana que ganó el Gran Premio del Jurado de Cannes en 2004. Mentira. Tanto Lee como Chan-wook Park han basado ambas películas en una popular serie de manga japonés, Old Boy, escrita por Garon Tsuchiya e ilustrada por Nobuaki Minegishi. El manga es una obra maestra por donde se mire, así que dos cineastas tan distintos como Spike Lee y Chan-wook Park pueden, si les apetece, retomar esta historia toda vez que la narrativa y sobre todo el espíritu del texto original dejan en el lector un sabor excepcional. Para comenzar, la serie de libros consta de 79 capítulos. Lo subrayo solo para confirmar lo difícil de transcribir el universo de Tsuchiya y Minegishi al cine comercial, limitado a una duración que con trabajos supera las dos horas. También es cierto que la versión de Lee refiere al menos en dos secuencias a la película de Chan-wook Park: cuando el prisionero colérico grita a través de la rejilla por la que le pasan la comida “¿Quién eres?”, y en la parte más inquietante, esa que, tal vez, pudiera ser la clave de toda la película: Joe aparece en un campo verde, libre al fin, y la cámara lo filma a vuelo de pájaro, como mirado por Dios. Ambas secuencias provienen del texto original y creo que Lee las retoma utilizando exactamente el punto de vista de Chan-wook Park como para dejar claro que sabe que ya antes que él un director coreano hizo con esta historia una obra maestra.
    No. Lee no está retomando a Park. Tampoco el manga es tan original, toda vez que reinterpreta a El conde de Montecristo de Dumas. Nadie aquí está queriendo descubrir el hilo negro. Es por la diferencia de estilos que vale la pena gozar la misma historia, mirar cómo cada director construye a este Montecristo retorcido y alcohólico, un hombre que a menudo se enfrenta también con escenarios kafkianos. Si Chan-wook Park exalta en su propia película lo que hay de El proceso y La metamorfosis en el texto original, Spike Lee exalta el paradigma del conde de Montecristo, este hombre que durante veinte años en prisión se ha dedicado a hurgar en su conciencia: ¿cómo llegué aquí?
    La de Park es un festín, la de Lee es oscura, con menos sentido del humor y, sin embargo, la narrativa hollywoodense permite que la historia se desarrolle con ritmo más amable, más consistente. Uno entiende cosas que están en el texto original y que el maestro coreano obvió en aras de dar mayor espacio al ambiente kafkiano. En todo caso creo que tanto el Oldboy de Park como el de Spike Lee son obras de arte, entre otras cosas porque siguen aquí, presentes, las inquietantes preguntas del texto original: ¿qué es la realidad?, ¿estamos viviendo dentro del sueño de un dios sicótico? Puede que sí.
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Oldboy (Oldboy: días de venganza). Dirección: Spike Lee. Guión: Mark Protosevich. Fotografía: Sean Bobbitt. Con Josh Brolin, Elizabeth Olsen, Samuel L. Jackson y James Ransone. Estados Unidos, 2013.

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