viernes, 7 de febrero de 2014

La pesadilla del arte

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Hay críticos que han escrito que la película Inside Llewyn Davis (Balada de un hombre común) de los hermanos Coen, es menor. Tal vez lo sea, sobre todo si la comparamos con películas del tamaño de O Brother, Where Art Thou (2000), Fargo (1996) o Barton Fink (1991). Sin embargo no comparto la noción de que solo es, como ha escrito un estadunidense, “una sucesión de musicales sin hilo conductor.” Tampoco en el festival de Cannes 2013 parecen haberla visto con tan mala voluntad, le otorgaron el año pasado el Grand Prix del jurado. Los detractores de Llewyn Davis son, sobre todo, los amantes del Folk. Quien haya vivido en los Estados Unidos sabrá que por aquellos lugares la música Folk puede volverse un asunto muy serio. Hay quien ha dicho que el retrato que hacen los Coen del ambiente en el Greenwich Village en los años sesenta lejos de ser “vibrante” es más bien triste. Yo no veo la tristeza, al contrario, hace mucho que no me reía tanto. Con los Coen, creo que no me dolía el estómago a causa de las carcajadas desde The Big Lebowski, aunque entiendo que a un apasionado de esta música mi risa pueda parecer cruel. Si bien es cierto que los Coen se burlan de sus criaturas, es de notar que en el fondo se están burlando también de ellos mismos: a los artistas en sus películas, no los dejan en paz.

“La historia del mundo es solo un telón en el que yo escribo mis historias”, decía Dumas no exento de arrogancia, y los Coen hacen lo mismo, el Village y el Folk son un telón de fondo para hablar de cosas profundas. Para comenzar está la estructura narrativa circular. Llewyn Devis parece vivir dentro de una pesadilla que se llama arte y es entonces cuando los autores reflexionan en torno a la necesidad de crear. En el mundo de los Coen, el tesón de Llewyn Davis solo puede compararse con el del guionista Barton Fink: si Barton se enfrentaba con el diablo en su viaje al infierno llamado “Hollywood”, Llewyn se enfrenta al diablo en un viaje a Chicago. Este músico es un Sísifo que sube eternamente una roca por la ladera de la montaña para luego, dejarla caer. Hay que leer a los Coen en clave mística. Viajan entre los mitos judeocristianos (diablos incluidos) y el mito fundacional de Odiseo. Tal vez los Coen son los Coen porque no se miden con el director de moda. Sus referencias son homéricas aunque, claro, no todos los cantantes de Folk pueden verlo.

Por otra parte, Inside Llewyn Davis es más que una película “libremente basada en la biografía del activista y cantante Dave van Ronk”. ¿A quién le importa Dave van Ronk? A mí no. Y sin embargo, me interesan los mitos fundacionales. Llewyn Davis es una pesadilla en la que despertamos una y otra vez: dentro del músico, justo como anuncia el título en inglés.

Son símbolos: Ulises, el gato que vuelve a casa, el diablo que es John Goodman (como lo fue ya en Barton Fink) y el viaje, sobre todo el viaje: un hombre camina con su guitarra a cuestas. El instrumento le pesa como a Sísifo la piedra. Es el peso, la pesadilla del arte.

FICHA TÉCNICA

Balada de un hombre común (Inside Llewyn Davis). Dirección: Ethan y Joel Coen. Guión: Ethan y Joel Coen. Fotografía: Bruno Delbonnel. Con Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman y Justin Timberlake. Estados Unidos, 2013.

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