viernes, 22 de noviembre de 2013

Nueva vuelta de tuerca al realismo soviético



Fernando Zamora
@fernandovzamora

Quedarse con que la historia de La postura del hijo (mejor traducción: el punto de vista del niño) es la de una madre controladora y un hijo castrado, es como decir que El Quijote es la historia de un loco. La obra de Calin Peter Netzer ganó el premio Fipresci y el Oso de Berlín al menos por dos cosas. En la historia vemos a una buena variedad de personajes arrojados al mundo por el comunismo de la posguerra (eso que llaman “socialismo real”). Aquí está la aristocracia de siempre. Sigue repartiendo dinero para comprar conciencias, sigue corrompiendo. Aquí están los viejos policías, representantes de la burocracia que en el nuevo capitalismo rumano también se dejan sobornar y sobre todo dos personajes que no hay que perder: un millonario con coche más potente que el del niño del título (contar la historia sería de muy mala educación) y una familia de campesinos que siguen viviendo en condiciones similares a las del tiempo en que Drácula era príncipe de Valaquia.

La segunda razón por la que La postura del hijo merece un premio como el de la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica está en el estilo. Suele llamársele realismo soviético y me parece que en México está muy de moda. Creo, sin embargo, que aquí se usa en forma reaccionaria. Me explico. Las tomas largas en que la vida transcurre mostrando su desnudez surgió como una posición política que el imperio soviético impuso para mostrar con absoluta sencillez y “honestidad” la vida cotidiana. En ella veíamos entonces o el horror del idealismo burgués o la delicia del materialismo socialista. Kieslowski y otros polacos comenzaron a utilizar este lenguaje oficial para denunciar el horror del mismo régimen soviético. Al hacerlo se adentraron en algo que en aquellos tiempos estaba prohibido nombrar: el alma. El realismo soviético utilizado como reflexión metafísica ha dado al mundo algunas de las mejores obras del cine europeo de la posguerra: desde los hermanos Dardenne hasta el rumano Mungiu. Sí: el progreso en el arte es posible. Utilizar un estilo para denunciar a sus promotores lanzó al arte muy lejos. Ahora, cuando en México se usa este tipo de cine para mostrar la realidad desde su perspectiva más materialista uno siente que ha revivido Stalin. Esto no significa, por supuesto, que autores como Peter Netzer no sean capaces de dar una nueva vuelta de tuerca al estilo. En La postura del hijo los autores se adentran en la nueva alma de Rumania sin conceder que las cosas hayan cambiado necesariamente para bien. El final es rotundo. Si entendemos todo lo que el protagonista está dejando atrás con un apretón de manos veremos que hay algo que mueve al mundo: es algo hermoso y lleno de luz. El realismo soviético usado como ejercicio de denuncia o propaganda política es reaccionario y cómplice de aquella barbarie; usado para mostrar el misterio insondable de la realidad humana es abrir el horizonte a un realismo metafísico en el que vivir a pesar de ser este niño–adulto, aún es posible.
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FICHA TÉCNICA
Pozitia copilului (La postura del hijo). Dirección: Calin Peter Netzer. Guión: Razvan Radulescu y Calin Peter Netzer. Fotografía: Andrei Butica. Con Luminita Gheorghiu, Bogdan Dumitrache y Ilinca Goia. Rumania, 2013.



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