jueves, 22 de noviembre de 2012

De lo que hace que Bond sea James Bond



Por: Fernando Zamora
Sam Mendes parece jugar una partida de ajedrez con los elementos que hacen que Bond siga siendo James Bond pero añade su propio tono intimista. Hay en Skyfall, además, escenas de acción dignas de Christopher Nolan y un juego de re-interpretaciones que devuelven a la franquicia una frescura que no tenía desde los años ochenta. Mendes mueve sus piezas usando un guión muy dinámico: una fotografía que durante ciertas escenas en China me recordó al mejor fotógrafo de Hollywood (quien, por cierto, es mexicano y se apellida Lubezky) y la actuación de Javier Bardem: el único “malo Bond” que ha conseguido que el comandante acepte una homosexualidad latente que ya sospechábamos en un hombre siempre tan deseoso de mostrar su virilidad.
Resulta interesante que Eon Productions (dueña de la franquicia) haya contratado a un director que saltó a la fama con una obra casi chejoviana: American beauty. Fue una idea arriesgada pero funciona como reloj; un reloj que mueve el tiempo a voluntad por el antes, el ahora y el después en la biografía que Ian Fleming y decenas de autores luego de él —en cuentos, novelas y películas— han construido para dar vida al Comandante de la Fuerza Naval de Su Majestad: James Bond.
El 007 es una creación colectiva: tiene altos y bajos y quienes se apresuraron a dar por muerta la franquicia pensando que sería incapaz de sobrevivir al fin de la Guerra Fría se han equivocado. Ya lo había anunciado el maestro del papel de pulpa, Robert Ludlum: las novelas de espionaje están más vivas que nunca. Hoy el enemigo es invisible y no tiene banderas. Nolan retoma esta idea del creador de The Bourne identity en la última película de Batman y se expresa aquí en uno de los tantos clímax de Skyfall.
Como Bond, James Bourne se resiste a morir, pero todo lo que Ludlum tomó de Fleming para crear a su propio espía hoy lo devuelve: Bond revive en las mismas aguas de Bourne y quienes pensaron que la edad de oro del espionaje había llegado a su fin con la apertura a la democracia de la ex Unión Soviética se equivocaron tanto que hoy Rusia no es democrática y el presidente Putin es él mismo: un ex espía de la KGB. Sin duda, Ludlum sabía más que la crítica literaria. El artista sabe de la realidad más que los teóricos.
Mendes parece haber leído cada ensayo escrito en torno a James Bond. Los hay de Umberto Eco y aun de Cabrera Infante; se han organizado congresos en Viena y en la Biblioteca Pública de Francia. Siempre he sido un fanático de Bond y me gustaba esa clase de ficción de la ficción llamada crítica, pero un día llegué a la conclusión de que el arte es eso que los críticos dicen que es hasta que viene un artista que demuestra lo contrario. Mendes confirma la intuición: si leyó a Umberto Eco (en particular el texto “De la repetición en el cine”), ha conseguido mofarse de él contrariando puntualmente cada una de las cosas que dice que “hacen” a una película de Bond. Y, sin embargo, aquí está Bond. Y es James Bond. Y se mueve.

Skyfall (007, Operación Skyfall). Dirección Sam Mendes. Guión Neal Purvis y Robert Wade. Música Thomas Newman. Fotografía Roger Deakins. Con Daniel Craig, Judi Dench, Ralph Fiennes y Javier Bardem. Estados Unidos, Gran Bretaña, 2012

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