viernes, 21 de septiembre de 2012

Demócratas, ¿qué tienen contra los dictadores?



Por: Fernando Zamora
El general Hafazz Aladeen, dictador de la República de Wadiya (interpretado por Sacha Baron Cohen), sube al podio que los demócratas, burgueses y bienpensantes del mundo le han preparado en una habitación de Nueva York. El general toma la pluma aunque le tiembla la mano. En la televisión del planeta, intelectuales y activistas de toda clase miran con impaciencia. Desean que se consume la panacea: ¡democracia! De un plumazo, ya con esta palabra escrita en una constitución, la injusticia desaparecerá… de Wadiya y del mundo. Algo sucede. Aladeen mira a la prensa, a la gente de Washington, al embajador ruso, al empresario chino. Se detiene en la cara de la activista que lo ha seducido con cara de niño y vellos en el sobaco. El dictador tiene fuerza para preguntar a los dueños del mundo (Rusia, China, la ONU, Estados Unidos): “¿Qué pasa con ustedes, señores? ¿Por qué odian tanto a los dictadores?” Ha llegado el mejor momento de la última película de Baron Cohen, un autor que, famoso en el género del falso documental, trabaja hoy en la más floja de sus películas. Pero hay algo que brilla en El dictador.
Aunque pareciera que los recursos de Baron Cohen se han agotado, brilla en él la irreverencia. Estados Unidos, Europa: ¿por qué odian a los dictadores? Un dictador es bueno, en la lógica de Aladeen, porque mantiene al uno por ciento de la población tomando decisiones que afectan al noventa y nueve por ciento. Un dictador da las noticias que quiere, como quiere y cuando quiere. Un dictador genera condiciones de disparidad que hacen que las cárceles estén llenen de seres humanos oprimidos. ¿Qué tienen contra los dictadores, “democracias” del mundo? Ustedes que apoyan la “democracia” rusa. Ustedes que apoyan la “democracia” china. ¿No son dictadores quienes juegan un país a la bolsa y cuando lo pierden hacen que las deudas sean pagadas por el pobre? ¿No son dictadores quienes tranzan con el bienestar de las mayorías para seguir manteniendo una vida de palacios, yates, droga, prostitutas y ropa que vale diez dólares pero que pagan en diez mil? El discurso de Baron Cohen resulta sorprendentemente atinado en la democracia mexicana. “Demócratas” mexicanos, ¿de qué se ríen cuando se ríen de Aladeen?
La parodia es vieja como la Tierra y, sin embargo, en la reinvención de la verdad que autores como Reiner, Christopher Guest, Michael Ritchie, Alex Karpovsky y el propio Baron Cohen propusieron como alternativa a la vacuidad del cine de producción masiva, hay una acidez que supera, con mucho, a la comedia de pastelazo. Una lectura superficial podría conducirnos a pensar que Cohen perdió su toque maestro en cuanto abandonó el estilo que lo hizo famoso para escribir una comedia que (otra vez, vista sólo en la superficie) tiene el humor bizarro de un quinceañero borracho. El fondo de esta película es todavía más profundo que el de Borat y el de Bruno. Desde el punto de vista fílmico, El dictador no es lo mejor de Baron Cohen, pero políticamente es su obra más contundente.

The dictator (El dictador). Dirección Larry Charles. Guión Sacha Baron Cohen. Fotografía Lawrence Sher. Música Erran Baron Cohen. Con Sacha Baron Cohen, Megan Fox y Ben Kingsley. Estados Unidos, 2012

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