viernes, 10 de agosto de 2012

Mexican American War


Por: Fernando Zamora
En Savages de Oliver Stone, sabes que la cosa va a estar simpática cuando descubres que los buenos son dos natural-born-hipsters que se tiran a la misma rubia por aquello del amor y paz. Que tengan un floreciente negocio de marihuana afgana es otro de los toques. La cosa se pone seria cuando entiende uno que Stone está diciendo que en Estados Unidos hay tráfico pero no hay guerra mientras que en México hay guerra por culpa de dos partidos que se turnan el tráfico: PRI y PAN, sí. Con todas sus letras. Lo dice Oliver Stone, no yo. PAN y PRI (Stone dixit) son “el Wallmart de la droga” mientras que nuestros hipsters son “la tiendita de barrio”. Así ve la cosa un realizador que se volvió de culto como guionista en Midnight Express (1978), se consolidó como director en Platoon (1986) y dejó boquiabierto a los amantes de la belleza con la edición de JFK en 1991. Tiene muchas otras obras, por supuesto; aquí sólo hay espacio para seguir con la salvaje guerra que puso a México en los titulares del mundo gracias a Calderón.
Salma cae bien en su papel de narco de corazón amable. Gusta la sutil burla que hace de sí misma, de la clase empoderada en México, de un personaje que más que irreal es arquetípico. Bichir es el narco que quiere ser elegante pero no sabe amarrarse la corbata y Del Toro se confirma en su papel como Benicio del Toro: rudo carismático que guarda un secreto mortal.
El principal acierto de Stone es volver a los terrenos épicos. La Historia contada así, desde abajo y con arquetipos, tiene sabor a Troya. Que la realidad es más compleja sobra decirlo, pero también hay realidad en la ficción. Hay realidad en el hecho de que la guerra en México está alcanzando a los Estados Unidos; hay realidad en el hecho de que, con o sin tráfico, los Estados Unidos no van a permitir que los invadan personajes como los que aquí interpretan Hayek, Bichir y Del Toro. ¿Son ellos los “salvajes”? Habrá que verlo. Es una delicia llegar al final y sentir que esta palabra, “salvaje”, se ha re-significado.
Las escenas entre Bichir y Salma están llenas de guiños para quien conoce la idiosincrasia del mexicano. El hombre arrecho tiene que cuadrarse frente a la jefa que es jefa por herencia y no por derecho. Según Stone cuando gane el PRI (la película se filmó antes de las elecciones) el control cambiará de manos.
Savages pareciera ser un cuento adolescente enmarcado en una guerra que tiene menos que ver con el poder económico que con el poder político y, con todo y su dosis de cine de quinceañero, hay más honestidad aquí que en la telenovela con la que nos espetó Steven Soderbergh en el año 2000. Un ejemplo: en Traffic, los agentes de la DEA hacían de los buenos de la película; en Savages, John Travolta es el corrupto de la DEA, uno que también pone los puntos sobre la i de la política en Estados Unidos. Con este hombrecillo, Stone remata la historia con un corte de virtuosismo casi musical. Savages es un filme que hay que ver por aquello de que es mejor reír que llorar.


Savages (Salvajes). Dirección: Oliver Stone. Guión: Shane Salerno, Don Winslow y Oliver Stone. Fotografía: Daniel Mindel. Música: Adam Peters. Con Salma Hayek, Demián Bichir, Benicio del Toro y John Travolta. Estados Unidos, 2012

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