jueves, 14 de junio de 2012

La sonrisa de un hombre infeliz



Por: Fernando Zamora

“Vivir sin decencia es algo que no podría soportar”, dice Albert Nobbs al amigo que ha encontrado en esta su historia, la de un hombre renacido en un callejón luego de haber sido violado en el cuerpo de una mujer. Albert Nobbs es un personaje adorable, entre otras cosas por el cariño que ha puesto en él su creador: Glenn Close.
La lucha de Nobbs por “la decencia” tiene un poco de lucha por lo “normal”, esta dudosa quimera que tanto hemos visto en el cine. No está de más recordarlo. Y Nobbs lo hace bien: esos placeres pequeños de los que disfrutan sin darse cuenta las mayorías hegemónicas (hombres y mujeres blancos, heterosexuales y bien acomodados) son placeres por los que alguien como Albert Nobbs cambiaría su cuerpo: invitar a salir a una muchacha, tomar chocolate con ella, soñar con un establecimiento propio, tener un buen amigo y una esposa son clichés de tarjeta postal que en el caso de Nobbs se han convertido en urgencia.
Hace unos meses, durante la ceremonia del Oscar, Glenn Close y Meryl Streep compitieron con un par de obras que son, para ellas, el clímax de sus carreras. Streep compitió con el personaje de Margaret Thatcher. Durante la filmación de Iron lady, Streep estuvo al tanto de cada gesto e inflexión, de cada centímetro de su piel. Era tan importante para ella La dama de hierro que por primera vez se dio permiso de hacer campaña. Sí, la Streep efectivamente cabildeó entre sus amigos para asegurarse de que ganaría la estatuilla. Efectivamente, ganó.
En el caso de Close, su compromiso con Albert Nobbs fue tanto que decidió re-escribir una obra de teatro en la que estuvo actuando durante varios años en el Off-Broadway neoyorquino. Albert Nobbs estuvo a punto de ser filmada por el húngaro István Szabó, pero por alguna razón (probablemente Szabó se dio cuenta de lo difícil que sería dirigir a una actriz tan comprometida con su personaje), Close contrató a Rodrigo García para dirigir su proyecto. Esto es cine de actor.
En el extremo del “método”, Close enfermó durante el rodaje. En su universo debe haber alguna lógica: “Si Nobbs enferma, también yo debo enfermar”. Cuando en el Oscar anunciaron que Streep había ganado el Oscar por La dama de hierro, Close esbozó una sonrisa triste, raquítica y desolada. Era, aún, la sonrisa de Nobbs.
El guión original que trabajó Glenn Close está basado en la historia del novelista irlandés George Moore. Exponente del realismo literario, Moore parece haber conocido a un dublinés que esperó casi cien años para apoderarse del cuerpo de esta magnífica actriz que saca a flote un filme que a Rodrigo García a veces se le va por la pendiente de los clichés.
En sus empeños, a Nobbs le va la vida, sí. Por eso, aunque sea una película triste, vale la pena esperar con gozo el momento en que se ilumina la pantalla con la sonrisa de Close. El hombre-mujer exhala en éxtasis luego de haberse atrevido a tomar un chocolate con la chica que tanto ha deseado. En esta sonrisa, convalece de amor.


Albert Nobbs (La increíble historia de Albert Nobbs). Dirección Rodrigo García. Guión Glenn Close, John Banville, George Moore y Gabrielle Prekop basados en una historia de István Szabó. Fotografía Michael McDonough. Música Brian Byme. Con Glenn Close, Mia Wasikowska, Aaron Johnson, Jonathan Rhys Meyers. Gran Bretaña, Irlanda, 2011

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