viernes, 4 de mayo de 2012

Niños secuestrados

Por: Fernando Zamora
La infancia está sobrevalorada. Son tiempos en los que uno es muy frágil y lleno de dudas. Está uno impotente. Vi Play de Ruben Östlund y a la mañana siguiente seguía pensando en ella, en la cuna que se quedó estorbando en el pasillo del tren, en que esta cuna (cuya historia pareciera no resolverse) es la clave que cierra una película que incomoda un poco, pero se disfruta mucho. ¿Cómo es que tres niños suecos se dejan engañar tan fácilmente por cinco niños africanos? ¿Cómo es que se involucran con ellos tanto que se dejan secuestrar? ¿Qué sucedió con el niño que cargaba la cuna?
En una cultura como la mexicana (me atrevo a decir que también en la estadunidense) es difícil imaginar el extremo de esta situación: tres niños suecos (dos rubios y uno de origen latinoamericano pero aculturado) se ven abordados en un centro comercial por dos chicos africanos. “¿Me enseñas tu celular?”, pregunta el de aspecto más inocente. El rubio saca su celular, el otro dice: “Éste es el teléfono que robaron a mi hermano”. El truco es universalmente conocido. No es raro que alguien caiga, es raro lo que sucede después y que Östlund lo utilice para hacer un manifiesto político a favor de la integración cultural. Y el manifiesto no es tan obvio como parece. Podría uno confundirse, pero Play no adolece de vulgaridad. El director no usa caricaturas (buenos vs. malos) para que sintamos a lo largo de dos horas lo que viven los inmigrantes y quienes se rozan con ellos. No es fácil ni en una ni en otra parte. Hay un distanciamiento entre culturas que refuerza la ausencia de close-ups y el uso del tiempo real. Todo es de una elegancia y frialdad escandinavas.
Hay que notar que ni los suecos ni el latino (quien, como veremos, sigue siendo un extranjero) se atreve a decir la palabra ominosa: “negro”. Los únicos que la pronuncian son ellos: “¿Cómo te atreves a mostrarle tu celular a un negro que viene a pedírtelo? ¡Que te sirva de lección!” Los árabes-africanos saben lo que producen en los blancos europeos. Y se aprovechan de ello para provocar confusión.
Play es una de las estrellas del 32 Foro Internacional de la Cineteca. En ella vivimos dentro de una Europa que se cree secuestrada. Play retrata las ansiedades de una sociedad que, pionera en el descubrimiento de los derechos humanos, no sabe muy bien cómo aplicarlos. Esta intuición puede probarse con el escrito para prensa en el Festival Internacional de Dublín: “Play es la astuta observación, basada en un caso real de bullying”. El bullying es, por si alguien no lo sabe, un término que se ha puesto de moda en el mundo y que así, en inglés, se aplica al caso de niños y adolescentes que molestan a sus compañeros. Play no es un caso de bullying. El bullying se da entre pares. Quien crea que Play habla de bullying no ha entendido nada, pero los publicistas se niegan a usar otra palabra ominosa: “racismo”. Play es un profundo retrato de las sociedades occidentales, del roce obligado entre antiguos colonizadores y antiguos esclavos.


Play (Play. Juegos de hoy). Dirección Ruben Östlund. Guión Ruben Östlund y Erik Hemmendorff. Fotografía Marius Dybwad Brandrud. Con Kevin Vaz, Sebastian Blyckert, John Ortiz. Suecia, Dinamarca, Finlandia, 2011

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